Naia o la Joven de Hoyo Negro es el esqueleto humano más
antiguo de América, que data de entre 11,750 a 12,910 años. Su descubrimiento
se dio en 2007 por buzos espeleólogos y con los análisis de ADN mitocondrial se
comprobó que los primeros pobladores de América son originarios de Siberia y
cruzaron el estrecho de Bering.
La historia de su hallazgo, como lo son varios de los
grandes hechos científicos, fue por casualidad. Un grupo de buzos espeleólogos
ingresó en mayo de 2007 al cenote La Virgen, en Quintana Roo, y ahí encontraron
un túnel inundado de más de un kilómetro, el cual recorrieron hasta encontrar
un pozo. Ahí estaba el esqueleto de Naia, el más completo y mejor conservado
hasta ahora descubierto. De esta mujer adolescente, la subdirectora de Arqueología
Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Pilar
Luna Erreguerena, dijo que murió en esa cueva
posiblemente cuando fue a buscar agua dulce. “Tenía entre 15 y 16 años
de edad y medía aproximadamente metro y medio”.
Explica que los resultados de los análisis también ofrecen
información sobre las características comunes que tienen los pueblos
originarios actuales con Naia. “Ahora sabemos que las diferencias en la forma
cráneo-facial entre los indígenas contemporáneos y sus antecesores se deben a
cambios evolutivos posteriores al viaje por el estrecho de Bering y cuando
tomaron rumbos distintos los ancestros siberianos”.
Por ello, dice, hay una serie de características como el
diente de pala, en el paladar y otras que nos vinculan, “aunque todos somos
diferentes”.
Se estima que las primeras migraciones de Siberia iniciaron
hace 20 o 17 mil años y pocos son los esqueletos completos que se tienen. Por
ejemplo, dice Pilar Luna que en México los más antiguos eran los restos de Tlapacoya
1, que data de a 11,610 a 12,150 y de la Mujer del Peñón 3 con 12,560 a12,770.
En conferencia de prensa en el Museo Nacional de
Antropología, la directora general de INAH, María Teresa Franco, señala que
este esqueleto humano fue estudiado desde hace tres años por especialistas
nacionales y extranjeros para lograr su fechamiento. “Los resultados de ADN
mitocondrial lo colocan como el eslabón que faltaba para confirmar el vínculo que existe entre los habitantes
humanos de América y sus poblaciones indígenas contemporáneas”.
Los resultados, agrega María Teresa Franco, son de gran
trascendencia científica para México y el mundo académico. “Nos presenta una
cara que nos permite releer de otra manera el poblamiento de América”.
Explica que hace 10,000 años finalizó la última glaciación y
eso provocó que esa cueva quedara sumergida. “Está a 120 metros debajo de lo
que hoy es la superficie terrestre y que permitió la conservación de Naia y de
los restos de la fauna que se encontraron”.
COMPROBACIÓN. El fechamiento de los restos de Naia se logró
con el análisis de ADN mitocondrial (en cuyo código genético se pueden rastrear
linajes muy antiguos en el tiempo), Carbono 14 y Uranio/Torio. Estos
resultados, dijo María Teresa Franco, confirmaron que se trataba de una joven
de entre 15 y 16 años, de origen asiático (lo que se conoce como el Beringio),
del haplogrupo (cromosoma materno) D, identificado con las migraciones que
llegaron a América desde Siberia; subhaplogrupo D1, que sólo tiene lugar en
América.
Pero Hoyo Negro no sólo es el encuentro con Naia, agrega la
titular del INAH. “Ahí se hallaron restos de 26 mamíferos correspondientes a 11
especies del Pleistoceno Tardío -36 mil años-. Son de gonfoterio, tigre dientes
de sable, perezoso de tierra tipo Shasta, tapir gigante, cerdo de monte, oso,
puma, lince, coyote, cuatí y murciélago frutero. “Esta riqueza de fauna define
al sitio como un contexto paleontológico perfecto”.
INVESTIGACIÓN. El rescate y estudio de los restos de Naia y
de la fauna están bajo el Proyecto Arqueológico Subacuático Hoyo Negro
Tulum-Quintana Roo, co-dirigido por Pilar Luna, y donde participan
instituciones nacionales y extranjeras como National Geographic Society, el
Instituto Waitt, el Archaeological Institute of America y la National Science
Foundation.
Al respecto, la arqueóloga dice que tras el descubrimiento
del pozo, Alberto Nava Blank y sus compañeros buzos tuvieron una reunión en la
oficina de la Subdirección de Arqueología Subacuática con el profesor Joaquín
García Bárcena, (1935-2010) y en esta se acordó
llevar a cabo el proyecto de investigación.
De esta manera, agrega, diseñamos las líneas de trabajo y
ahora ya tenemos además estudios sobre las semillas, del guano del murciélago,
de racimos que han crecido en los huesos de Naia y los restos de animales.
En este trabajo, indica, hay expertos de primer nivel de EU,
Canadá, Dinamarca y México. “Es una oportunidad única que nos permitió
encontrar este eslabón que nos faltaba para confirmar que los primeros
pobladores de América vienen de Siberia, no de otra parte, porque hay otras
teorías de que vienen de Euroasia, de Asia del sur e incluso unas que de Europa
o África”.
La directora del INAH señala que para la protección del
sitio arqueológico se determinó cerrarlo con una maya de plástico. “Si hay una
persona con afán de violar la
restricción, están las autoridades locales, con las que tenemos buena
comunicación, para evitarlo, y realicen una vigilancia permanente”.
http://www.cronica.com.mx/notas/2014/833555.html
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